A menudo el escritor descubre que el edificio literario que ha estado levantando con tanto mimo e ilusión se tambalea peligrosamente. Pero no es un ingeniero, claro, sólo ha seguido una idea y ésta es voluble y caprichosa. Habrá que intentarlo de nuevo o trabajar mucho hasta que el resultado sea satisfactorio (o aceptable, al menos). Ah, si la literatura fuera una ciencia exacta como las matemáticas, suspira. Luego piensa que la economía se resentiría mucho si todo funcionara como la literatura. Sobre todo por la falta de lectores.
1 comentario:
No es una ciencia exacta pero uno aprende a apuntalar bien sus edificios, o mejor dicho, a dotarlos de cimientos sólidos.
Por poner un ejemplo en la metáfora: si la sintaxis es deficiente, el autor no pasa de hacer una chabola DE MIERRRDA. Con perdón. Me ha podido la ira. Es que lee uno cada cosa publicada por ahí...
Publicar un comentario