—¡Sálvese, caballero! ¡Sálvese con nosotros antes de que sea demasiado tarde!
—¿Es que hay fuego?
—Efectivamente: el del infierno. Y le está esperando a usted, que es un pecador. Y me está esperando a mí, que también lo soy.
—¿Pero ahora? Es que he quedado.
—El infierno no perdona a nadie, señor. Es una ley implacable la suya, ha sido decretado así por fuerzas más poderosas que nosotros.
—¡Inadmisible! Hay que solicitar un referéndum en el país para cambiar esto.
—El infierno es un poder extranjero que no se somete a dictados nacionales. Pero hay una manera de evitarlo: emigre con nosotros, caballero. Emigre a R'lyeh 6.
—¿R'lyeh 6? ¿Eso no está en el culo de la galaxia?
—Oh, blasfema usted, pero le perdono la vida porque blasfema por ignorancia. Caballero, en una cueva de R'lyeh 6, unos mineros que buscaban xargón han descubierto hace tan sólo unas semanas a una criatura que, al parecer, sin lugar a dudas, es Dios.
—¿En una cueva? ¿En un planetoide al otro lado de la galaxia? ¿No es eso poco divino?
—Para nada. Dios es humilde y por tanto es natural que fuera encontrado por unos simples mineros de xargón en un oscuro rincón del universo. ¿No lo entiende? La Buena Nueva se extiende. Dios ha vuelto a nacer en R'lyeh 6. Y hemos de ir a su encuentro: para adorarlo, para someternos a su juicio justo y divino. Ahora mismo cientos de fieles se dirigen allí para fundar una Nueva Jerusalén. Y todavía hay sitio para nosotros, sólo tenemos que reunir el dinero para viajar. Pero hay que darse prisa, es importante formar parte de los elegidos, Dios no cambia su agenda por nadie.
1 comentario:
Todo un clásico.
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