Todos tenemos que morir, dice un señor con bigote que está sentado junto a nuestra mesa, pero yo discrepo. No me gusta la muerte, le digo, me parece un estado vital de lo más antipático. Y poco productivo: qué es eso de estar inmóvil bajo tierra. No, mi mujer no me permitiría jamás ese tipo de vagancia; ni siquiera soporta verme tendido en el sofá. Quizá aceptaría que me muriese los fines de semana, pero tampoco me atrevo a asegurar esto.
3 comentarios:
"Un estado vital de lo más antipático", genial. Inoperatividad nefasta. Subsitio que no subsidio.
Muy bueno.
Un abrazo
Es que ni debajo de tierra lo dejan descansar en paz a uno, las mujeres.
Muchos se escudan tras su mujer para no hacer las cosas que les disgustan
:-)
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