Él: ¿Qué llevas puesto? Ten en cuenta que estoy deprimido.
Ella: Tendría que mentirte para animarte.
Él: Pues miénteme.
Ella: No llevo nada.
Él: Así me gusta.
Ella: ¿Ves qué bien te conozco?
Él: Sí.
Ella: Si fuese prostituta, sería tu favorita.
Él: Lo cierto es que se me está poniendo dura y todo; qué tonta es la mente.
Ella: ¡No, ahora no, que me tengo que marchar!
Él: Bueno, pues huye. Abandóname aquí con mi soledad y mi pene erecto.
Ella: Lo del pene erecto no inspira compasión.
Él: Ya. Pero tampoco te quedarías si lo tuviera flácido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario