—¿Tiene usted experiencia como señor con bigote?
—La verdad es que no, pero he leído mucho al respecto.
—Sepa que es una gran responsabilidad. Somos los últimos seguidores de una milenaria tradición, pues se cuenta que ya llevaban bigote en Babilonia. Incluso, que algunos hombres prehistóricos se afeitaban la barba con piedras, pero se respetaban el bigote, para que los demás les admiraran.
—No me diga.
—Sí le digo. El bigote no es sólo una división de la cara. También es una frontera entre el individuo y el resto. Yo me defino por mi bigote. Y hay tantos: nietzschiano, hitleriano, bismarckiano, hindenburguiano. Los germanos siempre han entendido de mostachos, son un pueblo eminentemente bigotudo.
—Claro, es necesaria una disciplina adecuada.
—Por supuesto. Un bigote es un asunto serio. A pesar de Cantinflas, Chaplin y Groucho Marx.
No hay comentarios:
Publicar un comentario