sábado, 10 de abril de 2010
La muerte documentada
Mire, siempre llevo encima el resultado de la autopsia de mi difunta mujer. Ahora que lo pienso, es un poco redundante decir lo de difunta, pues no se practican autopsias a personas vivas, el colegio de médicos lo tiene terminantemente prohibido. Como le decía, nunca salgo de casa sin el resultado de la autopsia de mi mujer. Me sirve para recordar lo breve y vana que es la vida, además de su fragilidad. En días primaverales como hoy, me siento en la terraza de un bar, pido una cerveza y releo las causas de su muerte. Todo en lenguaje burocrático, frío y aséptico. Como si hablara de una persona teórica y no real. Claro que, por otra parte, morirse es salir de la realidad y existir sólo como idea, como recuerdo.
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