miércoles, 12 de noviembre de 2008

Writers

Se abren las puertas de la percepción y entra Arthur Miller acompañado de una rubia despampanante que responde al nombre artístico de Marilyn Monroe. ¿Ves, cariño?, dice él, las cosas son infinitas. «Pupupidú», contesta ella. En ese momento William Burroughs le vuela la tapa de los sesos a Joan Vollmer. Pero a quién se le ocurre jugar a Guillermo Tell, protesta Jack Kerouac. ¿Jugar a qué?, pregunta Burroughs, confundido. Vernon Sullivan se mira al espejo y se peina con una pistola. Mucho escritor armado veo yo aquí, dice Norman Mailer entre puñalada y puñalada a su mujer. Y todos con problemas con las mujeres, añade Ginsberg, que es homosexual. Además todos somos estadounidenses, apostilla Scott Fitzgerald dándole la medicación a Zelda. Yo no, dice Vernon Sullivan, que se quita el betún de la cara y resulta ser Boris Vian. Creo que estaba más cómodo con un negro que con un francés, responde Norman Mailer.

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