jueves, 9 de octubre de 2008

Un poco de lluvia a las seis de la tarde

Todos recuerdan mi carrera como cantante melódico. Mis éxitos. Un poco de lluvia a las seis de la tarde, que se convirtió en un himno generacional para jovencitas. Yo no escribía las canciones, aunque la gente creía que sí, en realidad lo hacía un tipo apocado, medio calvo, con gafas y dentadura equina. Un tipo sensible, con poco aguante a la bebida. De vez en cuando le pasaba alguna fan para que se diera un homenaje, pero nunca me lo agradecía. Decía que las mujeres tendrían que adorarle a él, que escribía esas canciones que conseguían emocionarlas, no a mí, que yo era un mero transmisor del mensaje. Un simple profeta de la Palabra. El papel en el que está impresa la novela. Siempre estaba con cosas así, sobre todo cuando bebía. Me caía bien, pese a todo. Hacía que me sintiera orgulloso de mi éxito, un éxito que él anhelaba y jamás tendría, pero que me facilitaba a disgusto.

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