lunes, 15 de septiembre de 2008
La vida gris
Martínez, me dice el jefe, este informe está mal. Yo asiento con docilidad, lo que es fácil después de veinte años de matrimonio, que es como decir veinte años de manicomio. Han derrotado mi espíritu, que de todos modos tampoco fue nunca demasiado luchador. No se preocupe, jefe, enseguida lo corrijo, contesto sabiéndome patéticamente servil, como un ayuda de cámara colonial. Tendría que liderar una revuelta oficinista, me digo, acabar con este colonialismo del espíritu, todos los hombres son hermanos. Tecleo en el ordenador, corrijo los errores del informe. Manifiesto Oficinista, pienso, eso tendría que estar redactando yo ahora. Guerra de guerrillas. Aguar los cafés. Sabotear las impresoras. Robar las remesas de bolígrafos y papel. Hasta la victoria siempre.
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