martes, 16 de septiembre de 2008
La vida gris (2)
Mi mujer y yo no tenemos hijos, los dos somos estériles. A veces no puedo evitar pensar que eyacular dentro de ella es como llenar de cadáveres una fosa común. Nunca le digo nada de esto, claro, aunque tal vez ella piense cosas parecidas. Quizás tendríamos que haber adoptado. Pienso que una niña china habría alegrado nuestras vidas. Una pequeña maoísta de sonrisa revolucionaria. Mi Pequeña Timonel, la habría llamado yo, y juntos nos habríamos sentado en la cama como si fuera una nave que tuviéramos que guiar entre las olas. Mi mujer habría sido un peligroso tiburón que acecha bajo la superficie, pero nosotros siempre navegaríamos como avezados marinos hasta atracar en buen puerto. Mi niña china. Me pregunto qué vida habrá tenido. Supongo que habrá crecido en la República Popular China sin sospechar que pudo haber tenido unos padres españoles. Quizás ahora trabaja en un prostíbulo de Shanghái y se acuesta por una miseria con sucios marineros. Al final todo está relacionado.
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