Con mi disfraz de persona normal puedo hacer algunas pequeñas cosas normales y engañar a unas pocas personas durante un tiempo y a cierta distancia. Pero de cerca se advierten las costuras y los remiendos. "¡No es su piel, es un disfraz!", gritan. "Tampoco es para tanto", mascullo mientras me alejo y ellos se ríen.
Son las ocho de la mañana y esto es la sintonía del fracaso.
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