martes, 10 de mayo de 2005

La pesadilla mediática

(Publicado originalmente en El Otro Diario)

Tengo por costumbre desde hace meses combatir -o acompañar- el insomnio que se ha apoderado de las largas y solitarias madrugadas de mi vida con los anuncios de teletienda que emiten las distintas cadenas a esas horas. Dormir no duermo, pero me lo paso muy bien, opino que algunos anuncios están a la altura de las mejores películas cómicas de la historia, aunque no tengo muy claro si esta comicidad es premeditada o no. Sin embargo, hay quien opina que son de lo más deprimente y que sólo sirven para hacerte ver lo vacía que es tu vida al descubrirte que has vivido todos estos años sin una faja-sauna que te lleve a adelgazar rápidamente y sin esfuerzo, un práctico robot de cocina con el que preparar tus platos favoritos en cuestión de segundos (lo que por lo visto debe de ser el sueño de todo americano), una fregona mágica que atrae el polvo y etc.

Los anuncios de teletienda se basan en el principio del eterno retorno de Nietzsche, aunque se rumorea que algunos no son eternos, cosa que este cronista no ha podido corroborar. Así, cuando parece que van a terminar y que ya no tienen nada más que decir (lo cual es cierto), empiezan otra vez desde el principio, y es que no me negarán que tanto el agotamiento como la hipnosis son métodos tan válidos como cualquier otro a la hora de hacer claudicar al consumidor. Otro aspecto a destacar es la pasión y felicidad con la que los presentadores del anuncio glosan las virtudes del producto, lo que hace que uno se pregunte si sus días van a ser una constante juerga después de adquirir la bayeta mágica antipolvo. Ni siquiera pierden la sonrisa tras repetir trescientas veces las mismas cosas, lo que resulta admirable.

Y así es en resumen la teletienda: unos tíos que, desde una felicidad desbordante y un apasionamiento juvenil, intentan venderte, mediante la repetición sistemática, algo que en realidad no necesitas y que no sirve para nada. Como la pesadilla mediática que nos espera con el embarazo de Letizia, mismamente.

No hay comentarios: