En estos tiempos de ignominia en los cuales nos ha tocado vivir con mayor o menor fortuna, estamos observando cómo la Santa Madre –castradora- Iglesia ha quedado un tanto desfasada y ha perdido terreno ante el avance imparable de reality shows y otras nuevas religiones organizadas. “¿Qué hacer?”, se preguntan los feligreses cuales nuevos Lenin mientras se atragantan con sus gachas transgénicas en sus habitáculos hipotecados hasta la segunda llegada del Mesías. La posible respuesta, aparte de cambiar de religión o no hacer nada, es: modernicemos la Iglesia.
Sí, amigos, y no se moderniza la Iglesia a base de protestar contra los matrimonios homosexuales, el aborto o la eutanasia, pese a lo que crean los obispos. No, eso está muy visto ya, es como si Bisbal se presentara todos los años a Operación Triunfo; no niego que sus fans estarían contentos, ¿pero y los demás? No, señores, lo que hay que hacer es atraer al público, y el público quiere espectáculo y facilidades fiscales.
Algunas medidas que podrían tomarse para que la Iglesia vuelva a recuperar su puesto de importancia en la sociedad:
- Vayamos, primero, a la medida más obvia, como podría ser crear un concurso del estilo de Gran Hermano que se llamaría: “Madre Superiora”. En dicho concurso, las cámaras vigilarían la actividad diaria de las monjas de un convento, lo cual, aparte de generar ingresos, serviría para fomentar la vocación de miles de jovencitas que, en su afán por ser famosas, no saldrían en la tele para contar su relación con X futbolista y/o torero, sino que decidirían llevar una vida de celibato en la Iglesia Católica.
- Pagar a la gente para que sea católica. Duro, pero efectivo para frenar la progresión de otras religiones. Además, estamos en una sociedad capitalista, así que no estaría de más regirnos por la ley de la oferta y la demanda en este asunto. ¡La Iglesia no acepta el comunismo!
- Misas a domicilio. Si podemos pedir que nos traigan una pizza a casa, o incluso comida china, ¿por qué hemos de desplazarnos a la iglesia? La sociedad moderna exige la “tele misa”, en la que un sacerdote se desplazaría en moto al domicilio particular de quien así lo haya solicitado por teléfono.
- Parques temáticos. Cientos de familias visitando el Vaticano World. Incluso se podría utilizar a los curas pederastas como atracción a lo Hannibal Lecter (convenientemente encerrados en celdas para que no puedan atacar a las familias, por supuesto).
- Imitar a Bush: Admitámoslo, lo de las amenazas terroristas le funcionó. La Iglesia debería usar el mismo sistema y anunciar alertas naranjas ante la posibilidad de que el Día del Juicio Final sea la semana que viene, por ejemplo. El miedo funciona. Eso sí, difundir grabaciones de Satanás lanzando amenazas quizás sería demasiado audaz.
Estas medidas y muchas otras más como, por ejemplo, realizar sorteos para acceder directamente al Cielo, restaurantes católicos (convencionales y también de comida rápida católica), ofrecer un 30% más de salvación, etc, permitirían, sin ningún género de dudas, que la Iglesia Católica siga siendo la mayor empresa de este país por mucho tiempo.
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