No más palabras

Cuentan que Pavese telefoneó a tres mujeres el día de su suicidio y las tres rechazaron su invitación a cenar. Hoy lo habrían dejado en «visto» o directamente lo tendrían bloqueado. La tecnología nos ha facilitado la deshumanización, aunque sea un cliché; antes el rechazo era una experiencia más personal, pues había que dar la cara (o la voz). 

Agentes externos

Nada me hubiera gustado más que dar una lección a las editoriales que no confiaron en mí, pero para ello dependía de la voluntad de los lectores.

De lo propio

Se sentaron a hablar de sus sueños para ver si tenían alguno en común, pero descubrieron que cada uno de ellos tenía un lenguaje onírico intransferible e intraducible. 

De la compañía

Pertenecer al bando de los perdedores no era indigno; de hecho, había cierta elegancia en ello. El problema era, sin duda, la soledad, la dificultad en la comunicación.

Economía circular

Usted necesita hacerse un nombre para tener éxito, pero también necesita tener éxito para hacerse un nombre.

El método

—A menudo siento que estoy interpretando a un personaje. Y lo peor es que no entiendo sus motivaciones.

El motivo

«No te necesitamos», te susurra el mundo a todas horas, pero tú sigues insistiendo. No por verdadera convicción o un profundo sentido de justicia, sino por mera testarudez.

Las obligaciones son enemigas de la literatura

Escribir es soñar, imaginar, inventar. Todo lo contrario del trabajo, que te obliga y exprime todo lo bueno que hay en ti a cambio de un salario para subsistir dentro de un sistema que constantemente te tiene al filo del colapso. Cómo escribir en estas condiciones. Kafka lo conseguía, claro, y uno siempre vuelve al judío de Praga, puesto que es un reflejo de lo más autocomplaciente a pesar de sus orejas, pero él lo hacía quitándose horas de sueño en el hogar familiar. Yo hace cinco años que terminé mi última novela y no sé cuándo podré sentarme a escribir otra. Tampoco es que importe, supongo, aunque la literatura sea un poderoso placebo ante males como la desesperanza y la falta de autoestima.

De la guerra todo el tiempo

«El próximo libro me salvará», se prometía el escritor con fe renovada cada vez que se sentaba al escritorio a luchar contra el paso de la vida.

El momento es ahora

«El momento es ahora», les dijo el gurú. «Porque ahora tienen un diez por ciento de descuento en mis cursos, aprovechen esta oferta antes de que termine».

Del insomnio

El cuerpo está agotado, pero a la mente no le importa y decide que es el mejor momento para acelerarse y resolver todo tipo de problemas o, al menos, intentar analizarlos una y otra vez hasta que la respuesta aparezca por sí sola. Hay tanto por solucionar y el cuerpo no entiende de estos asuntos.

Del conocimiento

El asombro ante el mundo de la persona joven es hermoso porque sabemos que todavía le queda mucho por descubrir. Luego llega a una edad en la que comprende que un montón de cosas le serán desconocidas siempre.

Zen

—Ahora tengo un gran control sobre mis esperanzas.
—Pero si están muertas.
—Por eso lo digo.

De lo ingenuo

Buena parte de ser joven es confundir la intensidad de tus deseos con la realidad.

Lo previsible

La mirada siempre fija en el pasado, aunque el pasado jamás te dedicó un segundo de atención.

Crecer

«Está muy cercano en el tiempo, tienes que esperar a ganar perspectiva para entenderlo mejor». Era cierto. Pasado el tiempo, lo entendí mejor. Y me dolió más.

Colofón

Todavía era relativamente joven e ingenuo, pero la verdad me golpeó en la frente como si de Mjölnir se tratase (aunque el dios tonante cazaba gigantes y yo sólo lo soy en el campo de cometer errores): «estás enamorado de una chica a la que ni le caes bien». Y esto no parecía poder revertirse con métodos convencionales (la terapia electroconvulsiva estaba descartada por motivos éticos), así que no quedaba más que la retirada, pues nunca vas a serle simpático a alguien por medio de la insistencia.

Memento

—¿Por qué los traumas? ¿Por qué recordar tanto fracaso?
—Porque tu cerebro quiere que aprendas de ellos de una vez y espabiles, pero nada.

Los días

Este dolor no desaparecerá, pero puedes esconderlo, encerrarlo bajo siete llaves y, ciertos días, con las condiciones adecuadas, parecerá que no existe. Otros, sin embargo, golpeará en la puerta de la celda repetidas veces, requiriendo tu atención. Intentarás ignorarlo, seguir con tu rutina, pero ya nada marchará como es debido.

Sismología

—Cada vez que te veo, se me remueve todo por dentro.
—¿Como una diarrea?
—Yo buscaba un símil más romántico, pero sí: igual de terrible.

Expectativas

—No es sano estar pendiente de lo que la gente espera de ti.

—Sobre todo, cuando no espera nada.

Otras realidades

Llega por fin a nuestras librerías El ser y la nada, la nueva novela de Jean-Paul Sartre, el gran maestro del terror, que nos cuenta las vicisitudes de un científico que se enfrenta a un extraño ser de otra dimensión que amenaza con acabar con nuestra realidad.

Dukakis

Quizá sólo existía una oportunidad. Como quien se presenta a las elecciones presidenciales en Estados Unidos.

Los viejos tiempos

La vida era más sencilla entonces, ¿verdad? Cuando éramos jóvenes y vivían todas las personas que conocíamos. No éramos conscientes entonces, claro, pero es que en eso consiste la juventud.

El autor

«Porque yo nací para esto, nena», dijo con orgullo, «para este arte obsoleto e inútil».

La necesidad de un epílogo

Morirás. Hablarán de ti un día. Quizá dos. Tres, si tienes suerte. Después la vida seguirá como si nada.

La chispa

Paradójicamente, nada motiva tanto para la creación como el aburrimiento.

Bagaje

—No sería la persona que soy si no te hubiera conocido.

—Gracias.

—Aunque esto se puede interpretar de varias formas.

—Ya sabía yo que lo ibas a estropear diciendo algo así.

Alma en pena

Deambulaba como un fantasma entre las ruinas de su juventud pensando que el eco de sus lamentos le serviría de guía.

El misterio

Analizaba el pasado obsesivamente, como si así pudiera encontrar una forma de revertirlo.

POV

—El resumen de tu vida me lo sé: yo no estaba.

—¡Menudo egocentrismo!

—Para alguien que piensa en mí...