Por las noches, a mi padre le gustaba quedarse abajo en el sofá viendo la tele hasta que, ya muy tarde, subía a dormir; era lo habitual, una costumbre más en casa. Después, cuando enfermó, tuvo que permanecer abajo tumbado en el sofá durante algo más de un mes. No volvió a subir esas escaleras y murió de madrugada, cuando todos dormían.
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