domingo, 10 de octubre de 2021

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Sonia despertó a su novio y le dijo que ya era hora, que se había iniciado su cumpleaños. Él reaccionó con el habitual dinamismo de los hombres de acción, se cayó de la cama y tropezó dos veces mientras se ponía los pantalones en una maniobra digna de Nureyev en estado de embriaguez. Salieron a la calle cargados con los aperos propios de los cumpleaños (tartas de diversos sabores, velas de las que se encienden, no de las de barcos, mecheros y lanzallamas, confeti, matracas y vuvuzelas) y abordaron un autobús de la línea treinta y cuatro que los llevaría a no tardar a su destino.

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