sábado, 21 de agosto de 2021

Líneas

El teléfono marcado no existe, me dice la voz robótica (que encima está grabada, ni siquiera es un robot en directo). Por un momento pienso que el dentista ha cerrado (y eso que se suponía que el negocio de los dientes era lucrativo), pero pruebo con otro número y me responde el mismo mensaje grabado. Ningún teléfono existe, sólo el mío. Un nuevo paso hacia el solipsismo absoluto. Quizá me he adentrado sin darme cuenta en otra dimensión. Pero finalmente caigo: el único teléfono que falla es el mío. Una conclusión mucho más aburrida y que, al parecer, no es merecedora de una voz robótica.

No hay comentarios: