viernes, 16 de julio de 2021

La bestia

Mi dama se marcha al trabajo y yo me quedo a solas con la bestia, que me observa desde lo alto de la pared. Armado con la fregona como si fuera una lanza, intento acabar con la cucaracha. Pero no parece que le haya hecho mucho daño, puesto que echa a volar como un dragón. Vuelvo a golpearla. Dos, tres veces. Nada, se esconde debajo del armario, como si fuera su guarida en una cueva de la montaña. Ahora no tiene escapatoria, me digo. Aguardo. Pasa el tiempo. No sale. Del tedio de la espera no hablaban las leyendas medievales. Finalmente me canso y opto por gasearla, aunque esto en principio no parezca muy heroico y además la Convención de Ginebra se oponga al uso de armas químicas.

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