—Buenos días, me gustaría recibir un adelanto vital.
—¿Cómo dice?
—Que si fueran ustedes tan amables de adelantarme algo de la vida que he de recibir.
—Esto es altamente irregular.
—Lo sé, pero creo que me lo merezco: he sido extremadamente obediente y prometo devolver luego el tiempo que me den ahora.
—No dudamos de su buena voluntad, joven, pero la vida es una moneda muy volátil. Imagine por ejemplo que despilfarra el tiempo que le damos y, digamos, sufre usted un accidente que haga imposible su devolución.
—Entiendo. ¿Y si dejo a mi hámster como garantía?
—No es lo mismo, caballero, no es lo mismo.
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