Nadie respeta el silencio, la gente considera que es una oportunidad para llenarlo con alguna palabra propia. Pareciese que para cada ser humano no existiera un sonido más hermoso que el de su voz y pretendiera hacer partícipe a los demás de ella. Uno, por el contrario, no puede conminar a otro a que sea cómplice de su silencio. Se ofendería, diría lleno de indignación que tiene derecho a hablar y que quién eres tú para mandarlo callar. Muy bien, pero ¿y mi derecho a estar tranquilo? El que habla es invasivo, aunque nunca lo verá así. Y tú para acceder al silencio has de alejarte de las personas, ocultarte de las miradas amistosas de tus congéneres proclives al habla.
1 comentario:
Y cuando no es el habla, es una canción a todo trapo
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