miércoles, 27 de mayo de 2020

Historias oníricas

Soñé que paseaba con mis sobrinos (ocho y cinco años) y le entregaba al mayor una especie de abanico plegado mientras le decía: toma, es mi corazón, ten cuidado. En nuestro paseo veíamos un loro verde con cola de pez posado en el suelo. Lo miramos unos segundos y de pronto mi sobrino le lanzó el abanico-corazón, que se le quedó pegado en el plumaje. Oh, oh, dijo el niño. El loro voló hacia una especie de capillita blanca. Mi sobrino lloraba, decía que me había quedado sin corazón por su culpa. No te preocupes, le dije yo, y nos acercamos a la capilla. El loro buscó refugio en ella, pero así se arrinconó solito. Lo sujeté por el pico (forcejeó bastante, estaba furioso) y recuperé el abanico-corazón. Me desperté sin entender nada.

1 comentario:

Ikana dijo...

Pues imagínate el lector. Los sueños sueños son