En el máster hay varias alumnas chinas. Lo llamativo del asunto es que eligen nombres españoles para facilitarnos la tarea a los autóctonos y así las llamamos Marisol, Marta, Estrella, etc. Nombres de viaje, por así decir. Me acuerdo de aquel político catalán que aseguraba llamarse «del mismo modo aquí y en la China Popular» y pienso que adoptar otras identidades tiene pinta de ser más divertido.
1 comentario:
Puede estar bien, sí
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