—Me gustaría al menos tener quinientos lectores, pero no sé cómo promocionarme.
—¿Por qué ese interés en que se fijen en usted? ¿No se ha planteado que tal vez sean delirios de grandeza? Quizá no merece usted esa atención. Deje de intentar forzar las cosas. No puede obligar a los demás a leer sus obras. Relájese y deja que las cosas fluyan. Si ha de suceder, que ocurra de forma natural.
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