miércoles, 7 de agosto de 2019

Imitación de novela erótica superventas

Mark introdujo con deleite su pene en mi vagina. «Oh, sí, me gusta», dije de la manera más sexy que me permitía mi programación. Su pene estaba duro, erecto y rígido. Era como una barra de hierro, pero de carne y con menos óxido. Se agitaba entre mis piernas como una coctelera. Me entró sed. Lo agarré del culo fuertemente con ambas manos, con las dos, y lo lancé hacia mí como habría hecho un lanzador de jabalina en las olimpiadas de Barcelona, donde España consiguió récord de medallas. Mark empezó a canturrear «Paquito el chocolatero» con aire ausente. Eso hizo que me corriera de placer, principalmente porque correrme de hambre o cansancio habría sido raro.

3 comentarios:

mailconraul dijo...

¡Qué reparador sería correrse de hambre o cansancio!

brenllae9@gmail.com dijo...

Extraña mezcla de conceptos, pero me gusta. Saludos.

Ikana dijo...

Un tanto