La quise muchísimo. Ella a mí no me quiso, pero creo que hubo momentos en que le gusté. Sin embargo, siete meses después, mi mensaje de felicitación sigue sin tener una respuesta. Por qué le caeré tan mal a esta chica, me pregunto. Es a ella a quien tendrías que preguntar, podría decirme alguien, pero creo que todas las normas de protocolo desaconsejan algo así. Alba una vez me dijo que tenía el don de irritarla con cualquier cosa que dijera y siempre he sospechado que esta habilidad mía no se limitaba a una sola mujer.
Es frustrante. Callar siempre para no molestar. La imagino el día de su cumpleaños, leyendo un mensaje de felicitación tras otro. Ve el mío y pasa de inmediato al siguiente, un mensaje que sí querrá responder. Es muy extraña la vida y, sobre todo, esta capacidad mía de ofender. Recuerdo una vez, hace siete años, que me llamó llorando y le estuve diciendo tonterías para animarla. Tal vez le recuerdo momentos de debilidad semejantes y por eso actúa así. O quizá simplemente hice algo que he olvidado. Puede que no sea buen cronista de mi vida y me engañe todo el rato.
2 comentarios:
Estar callado le hace a uno interesante. Tropecientas veces más que un charlatán.
¿Y ha esperado SIETE meses para certificar que no responde? Tiene Usted más valor que el Litri...
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