viernes, 28 de julio de 2017
La entrevista de trabajo
Entre mayo y junio envié el currículum a más de trescientos centros privados y concertados de Andalucía. Me contestó sólo uno hace unas semanas para hacerme una entrevista de trabajo. «Oh, dinero, a tus amantísimos brazos acudo», pensé. Pero todavía no me habían contratado, antes tenía que seducirlos con mis supuestas habilidades didácticas. Sabía que el directo perjudicaba mis posibilidades, pero no tenía otra opción, pues un profesor, en principio, ha de estar de forma física frente a los alumnos. Así que allí fui, a un flamante centro de nueva construcción. «Desengáñate, no van a contratar a un muerto de hambre, la imagen es muy importante en estos ambientes», me dije, pero ya era tarde para volverme atrás. Resultó que conocía al director. Habíamos estudiado juntos en el instituto (en clase de francés) y después en la carrera. Pero nuestros caminos en la vida habían sido muy diferentes. Él había encontrado a Jesús y ahora estaba casado (por el rito católico, claro), tenía hijos y era director de un centro privado de enseñanza. A mí se me había muerto Leonard Cohen, no tenía descendencia por ahí y malvivía de la literatura y sucedáneos. Al menos tenía novia, que ya era una mejora desde el instituto, pero no lo comenté porque la idea era parecer una persona normal. Nos saludamos afectuosamente y solté mi rollo. Fueron todos muy amables. Como era de esperar, no me contrataron.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Pues ellos se lo pierden.
Publicar un comentario