martes, 15 de noviembre de 2016

Lisboa, 2008

Lisboa, 2008. Faltaban horas todavía para el concierto de Leonard Cohen, pero unos pocos impacientes hacíamos ya guardia junto a la puerta del recinto. Llegó un minibús y la gente se puso a saludar con gran revuelo a sus ocupantes. Miré y dije: «sólo son los músicos, qué exagerados». Pero nada más terminar la frase vi que Leonard Cohen nos saludaba también desde uno de los asientos. Me levanté de un salto, agitando la mano como un loco y con una sonrisa idiota. La escena duró unos segundos, lo que tardó el minibús en introducirse en el recinto vallado. Durante un buen rato estuve repitiendo a mis amigos: «era Leonard Cohen, era Leonard Cohen», como si ellos no hubieran estado presentes.

1 comentario:

Microalgo dijo...

Los del nobel se equivocaron está claro. Y se lo han dado a un chuleta, en lugar de dárselo a este señor tan elegante.