Reunidas las fuerzas vivas de la nación (y algunas muertas, con mediación de ouijas) ante la grave situación de miseria y penurias a la que nos aboca la investidura como presidente de Mariano Rajoy Brey, sostenemos como evidentes ciertas verdades: que se vive mejor en la imaginación que en la terrible España, madre bárbara y cruel, azote de su propia prole; que el ser humano ha de disponer libremente del escapismo en cualquiera de sus formas ante una realidad opresiva; que los abusos sufridos han sido tan numerosos y de tal calado que no queda otra respuesta que la ruptura ante la posibilidad clara de su repetición en el futuro. Por tanto, reunidos en Congreso General los representantes del pueblo soberano, declaramos que la Serenísima República de Ficticia está absuelta de toda obligación de fidelidad a la corona española o a cualquier otra autoridad extranjera, que toda conexión política entre ella y el estado español debe ser totalmente disuelta y que como todo estado libre e independiente tiene pleno poder para hacer el amor o la guerra, contraer alianzas, amistades y matrimonios de conveniencia, establecer comercio y franquicias y hacer todos los otros actos (innombrables o no) que los estados independientes pueden efectuar. Así, para sostener esta declaración con una firme confianza en la veleidosa fortuna, empeñamos mutuamente nuestras vidas, nuestros bienes (ya previamente embargados por los bancos) y nuestro ajado honor.
Oh, Ficticia,
con tus playas en los jardines
y tus campos de golf en las azoteas.
Oh, Ficticia,
con todos tus viceversas,
valientes titiriteros
y constantes sorpresas.
Oh, Ficticia,
nación entre las naciones,
eres la que eres
y otras tautologías.
Oh, Ficticia,
república eterna,
con los bolsillos repletos de primavera.
1 comentario:
Sugiero cambiar "eterna" por "sempiterna".
Una manía que tengo, yo.
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