Si nos vinieran dados los guiones al menos podríamos quejarnos de que nos los han escrito mal... pero tampoco es, del todo, el caso. Cuando las circunstancias nos exigen que decidamos nosotros, lo que nos suele salir es cagarnos en la puñetera madre de las circunstancias, pero en el fondo la cosa no deja de tener el encanto de lo imprevisible.
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Si nos vinieran dados los guiones al menos podríamos quejarnos de que nos los han escrito mal... pero tampoco es, del todo, el caso. Cuando las circunstancias nos exigen que decidamos nosotros, lo que nos suele salir es cagarnos en la puñetera madre de las circunstancias, pero en el fondo la cosa no deja de tener el encanto de lo imprevisible.
O no.
No sé.
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