—Buenas, vengo a devolver este libro.
—Vaya, lo lamento mucho, caballero. ¿Por qué no está contento con el producto?
—Tiene una errata. Mire, en esta página dice «sombrerro» en vez de «sombrero».
—¿Sólo por eso quiere devolverlo? Es un pequeño error sin importancia.
—Eso no puede decidirlo usted. Yo quiero mis libros en perfectas condiciones. ¿Compraría usted un coche que tuviera una abolladura?
—Pero es diferente. Los libros suelen venir con erratas, es algo inevitable.
—¿Inevitable? ¿Por qué tenemos que resignarnos? ¿Acaso no tenemos derechos? Y encima a usted le parece bien y admite que vende libros defectuosos en su tienda. ¡Quiero presentar una queja!
1 comentario:
Mal librero. Tenía que haber puesto cara de hastío y comentarle con la condescendencia de quien explica lo obvio: "No hombre. Un sombrerro es un sombrero gamberro. Debería Usted leer más a Tadeus Rafferty".
Y como quiera que uno no tiene reflejos suficientes, cuando uno se dé cuenta que lo del tal Tadeus ese es un puto camelo, ya será tarde.
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