Ah, si a uno le dijeran: hoy es tu última noche de joven, aprovecha. Pero no, envejecer es como lo de la rana hervida, pasa poco a poco, sin que te des cuenta y después ya es demasiado tarde. Por otro lado, qué presión si te llegara esa información de pronto. ¿Y si no hay tiempo para organizar un buen plan? Porque emborracharse solo en casa no parece la mejor manera de celebrar la última noche de juventud. No, tendrían que informarte con tiempo, tres meses o algo así, para poder planear algo grande.
1 comentario:
Y bueno. Lo paulatino tiene la ventaja de lo indoloro...
Una cita al caso:
"En una ocasión, un soldado de los que aparecían de vez en cuando por la cantina le preguntó la edad que tenía. El pescador alzó la mirada para contemplarse un instante en el espejo que cubría parte de la trasbarra. «Soy joven, pero no tanto», contestó, con la mayor precisión posible en un hombre que nunca había usado el calendario. Algún tiempo después, jugando con Paco al dominó, se había quedado abstraído mirando de nuevo al espejo.
—¿Qué coño haces? —le había dicho el otro—. ¡Si eres más feo que picio! ¿Quieres hacer el favor de estar atento?
—Acabo de descubrir que ya no soy joven —comentó el Lluent con un punto de melancolía—. Ay, Señor, cómo pasa el tiempo".
(Pedro Zarraluqui: Un encargo difícil).
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