Muchas veces viví junto al desamor. Era un muro que ellas habían levantado sólo como barrera, no para que me quedara a vivir allí a la espera de que se abriera una puerta secreta o me arrojaran una cuerda desde lo alto. Tantos días que pasé buscando grietas para espiar el otro lado. Pero la construcción era sólida, casi tanto como mi dolor. Hubo un momento en que ya ni siquiera recordaba por qué estaba allí, pero me daba miedo alejarme del muro, me había acostumbrado a su presencia y vivir cerca de él me daba sensación de seguridad.
1 comentario:
Existe una vacuna contra ese sentimiento. ¿Nunca le ha pasado que una mujer que a Usted no le guste EN ABSOLUTO muera por sus huesos? En esos casos uno se convierte en constructor de muros, y deja de odiar a las mujeres que los construyeron para nosotros.
Chinpón.
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