—¿Renuncias a Satanás y a todas sus obras?
—No lo sé, padre.
—¿Cómo que no lo sabes?
—Es que no conozco la oferta de Satanás. ¿Y si es buena? ¿Sería inteligente por mi parte rechazar algo sin saber antes en qué consiste? ¡Podría ser la solución a mis problemas!
—¿Te has vuelto loco o qué te pasa? El diablo sólo quiere tu mal.
—Bueno, eso es lo que usted dice, pero podría tratarse de un caso de propaganda. Al fin y al cabo, está hablando de la competencia, ¿cómo sé yo que es usted sincero? Nada, antes de tomar una decisión tengo que hablar con el demonio y ver qué me ofrece. Hay decisiones que no se pueden tomar a la ligera.
1 comentario:
A mí, mi tío Armando (sí, se llama así) me lió para que fuera padrino de su primogénita. Yo alegué ateísmo galopante pero él dijo que no tenía que hacer ni decir nada, solo estar ahí. Como un idiota transigí (advierto que mi tío es un liante), y luego, durante el bautizo, el cura me preguntó con los ojos desorbitados y con un PUTO micrófono en la mano si renunciaba "a Satanás y todas sus pompas". Estuve a un pelo de preguntarle exactamente de qué pompas se trataba (me imaginé, lo juro, a un demonio colorao y con rabo, con un cacharrito de esos que usan los niños para hacer burbujitas de jabón), y al final, ante la iglesia llena y toda mi familia toledana presente, les dije que sí, que renunciaba.
Pero crucé los deditos.
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