—Dime.
—¿Por qué no pueden quererse las dos Españas como nosotros?
—No lo sé, Federico.
—Hace falta una revolución, ¿sabes? Una revolución sexual. Liberar cuerpos y mentes.
—No empieces, que me encuentras.
—Bien. Me encanta cuando te pones carpetovetónico y mandón. ¿Qué me vas a hacer? Verde, que te quiero, verde.
—Ya está bien, un día vas a conseguir que te fusilen por no tomarte nada en serio.
—¿A mí? A ver si te van a fusilar a ti, por hablar.
Publicado en el número 29 de Obituario.
1 comentario:
Es que la gente no tiene sentido del humor y va por ahí fusilando sin ton ni son. Si al menos escucharan...
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