—Buenos días, nos han comunicado que tiene usted ínfulas literarias.
—Así es, sí. ¿Me llama usted de una editorial?
—No exactamente. Somos de Literatos Sin Fronteras y nos gustaría que se uniera a nuestro programa.
—¿Qué? ¿Es una broma?
—No. Somos una ONG que se dedica a mandar textos a países con problemas. Nuestra intención es que la lectura les sirva de escapismo.
—¿Y no sería mejor mandarles dinero? ¿O comida?
—Eso sería muy materialista, caballero. Lo nuestro es hacer feliz a la gente a través de la literatura. Ni siquiera tenemos presupuesto para pagarle a usted, pero piense en los lectores, que se aferrarán a sus escritos como si fueran verdaderas tablas de salvación.
—Bueno, sigue siendo la mejor oferta que he recibido en meses. Acepto.
1 comentario:
Pero no manden prosa depresiva, que es lo que le faltaba a esa peña.
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