Al encender la luz de la cocina, descubre a su casero robándole la cubertería.
—Oiga, ¿qué está haciendo?
—¡Hola, inquilino! Vaya susto me ha dado, pensaba que estaba dormido.
—Sí, pero me ha despertado con el ruido que hacía al robarme.
—Perdone las molestias, pero esto es un servicio disponible por defecto para todos mis inquilinos.
—¿Qué tiene de servicio que me desvalije la casa?
—Dinamiza la economía local al obligarlo a usted a sustituir lo robado.
—¿Y de servicio para mí?
—Hombre, eso está claro: se deshace de cosas viejas y compra nuevas.
—Me parece un argumento muy flojo. En cualquier caso, yo no he contratado este «servicio».
—Ya le he dicho que lo ofrezco por defecto a todos mis inquilinos. Si no lo quería, tenía que haberlo dicho.
—Pero ¿esto venía en el contrato?
—No.
—¿Entonces? ¿Cómo voy a anular algo que no sé que tengo contratado?
—¿Verdad que es una genialidad? Se me ocurrió aplicar a otros ámbitos las técnicas de las compañías telefónicas. Ni se imagina lo lucrativo que es.
4 comentarios:
Muy bien tirado
Interesante. Vergonzosamente bien representado. Aunque no sé si me gusta cómo está hilada la parte central, no me convence del todo.
Un saludo :)
"Y no ha visto Usted todavía el apartado inexistente que se refiere a su bellísima esposa", dijo el casero, y entonces fue cuando se lió parda.
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