—A ver, ¿por qué es tan importante el fútbol para los hombres?
—Porque nos eleva sobre nuestras miserias cotidianas. Cada vez que ganamos, es una explosión de júbilo.
—¿Por qué? No ganas tú, sino ellos.
—Da igual, son los míos.
—¿Y por qué son los tuyos? Yo no veo que te feliciten el cumpleaños, por ejemplo.
—Eso no importa, son los míos porque lo decidí así en la infancia.
—Ah, claro, y las decisiones infantiles hay que mantenerlas toda la vida, entiendo... ¿No podrías decidir ser del equipo que gane en cada ocasión?
—¡Mujer, no entiendes nada!
—¡Hombres!
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Una pareja de amigos nuestros discutían y ella le dijo: "¡No me grites!". Y él respondió: "¿¡Cómo quieres que no te grite!? ¿¡No ves que no tengo razón!?".
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