lunes, 12 de enero de 2015

Dios

El hombre creó a Dios y vio que era algo malo. Pero ya era tarde, le había concedido todo su poder; empezaba ahora el largo camino para liberarse de este cruel monstruo de Frankenstein.

6 comentarios:

Microalgo dijo...

Nah, mejor dejarlo solo, que se acabará jodiendo él mismo.

Anónimo dijo...

¿Dios creó al hombre o el hombre creó a Dios? Esa es la cuestión, pero sea como sea, existe a necesidad e creer en algo superior.

Gabriel Noguera dijo...

Bueno, esa necesidad la tienen las mentes simples.

Rodrigo dijo...

En mi opinión, un mente simple es la que considera simples a las que tienen otra manera de pensar, o de entender la realidad, como si se hallaran en posesión de la verdad.

Microalgo dijo...

Hum. Da para un buen debate. Pero también se puede hacer un ejercicio sanísimo: ¿Qué pensaría un católico actual de la cosmogonía egipcia, en la que el Sol se sumerge todas las noches en el Nun, las aguas primordiales, donde batalla con una pedazo de serpiente chunga a la que vence sistemáticamente en pocas horas para volver a salir, victorioso, por el Este?

Pues que es una trola como un campano, no me venga con que "hay que respetar todas las visiones del universo". Diga lo que diga, por corrección política, un verdadero católico, seguro de su propia cosmogonía, pensaría que la egipcia es una trola.

Pues lo mismito, lo mismito, nos pasa a los ateos con todas las religiones, sin excepción. Que nos parecen una trola. Pero una trola muy bien diseñada, por supuesto, no hay que despreciarla. Dos mil años haciendo que la peña se sienta culpable de algo (de lo que sea) tienen su mérito.

Y qué le vamos a hacer: la fe es un don divino que a mí no me ha sido concedido (y uno aprende a no sentirse culpable por ello). Tal vez yo sería más feliz con una fe a la que agarrarme, no lo niego, pero es que se me hace muy cuesta arriba darme coba a mí mismo.

Gabriel Noguera dijo...

No, don Rodrigo, una (no un) mente simple es quien tiene una manera de no pensar y no entender la realidad. Es decir, los creyentes (que además afirman estar en posesión de la verdad aunque todas las pruebas están en su contra). Si quiere, le miento y digo que la religión es maravillosa, pero es que me entraría la risa.