La vida siempre deja este regusto amargo, un poco como a cianuro. Es el sabor de boca de Himmler, digo siempre yo, aunque mis interlocutores se molestan por estas afirmaciones y se levantan entre improperios a mi persona por estropear lo que hasta ese momento estaba siendo una muy agradable tarde.
1 comentario:
Pues yo veo el tropo bastante correcto. A no ser que sus interlocurores sean de la Juventudes Hitlerianas, claro.
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