martes, 9 de julio de 2013
Pero tú no necesitas nada de esto
Interior. Noche (esto lo sabemos porque hay una ventana abierta, pero la habitación está a oscuras). De pronto entra una figura en el plano. Es un hombre, que tose quedamente, como si temiera ser descubierto. Se enciende una luz. Es un hombre, en efecto, que mira hacia nosotros con sorpresa. Ha sido descubierto con las manos en la masa. Tosiendo en la oscuridad, con lo grave que es eso. Implora con los ojos un perdón que sabe a la perfección que no llegará. Sólo entonces vemos que no se dirigía a nosotros, sino a una chica que entra en plano. Es rubia y lleva el pelo en un estilo pasado de moda, como si hubiera salido de los años veinte. Está furiosa con el hombre y le pregunta qué hace ahí, tosiendo en la oscuridad a altas horas de la noche. Él vacila y balbucea que toser en la oscuridad a altas horas de la tarde es más complicado. A ella no le vale esta explicación tan burda y le golpea en el hombro, de esa forma que las mujeres golpean a los hombres. Él suda, mira hacia nosotros como pidiendo ayuda al apuntador, pero tiene que valerse solito. Mira, Martina, dice, pasaba por tu calle y se me ocurrió que sería buena idea toser en la oscuridad de tu sala de estar. A mí no me engañas, contesta ella, tú venías a verme desnuda. Bueno, responde él, ahora que lo dices… Ella vuelve a golpearle en el hombro, ahora con más fuerza.
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1 comentario:
Y bueno. Es una explicación perfecta. Y ellas nunca esá ncontentas con nada. Si le dice que no quería verla desnuda lo del hombro no va a ser nada.
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