—¿En qué piensas? —le pregunta su mujer durante el desayuno.
—En Monica Bellucci —responde él.
—Te parecerá bonito.
—Me parece bonita, sí.
—Imbécil. Pues ya tiene casi cincuenta años, que lo sepas.
—Da lo mismo, yo pienso en la Monica Bellucci de mis recuerdos e imaginación, no en la real.
—Ya, la realidad te importa más bien poco.
—Me interesan más los símbolos. Por eso pienso por las mañanas en Monica Bellucci, igual que otros se levantan pensando en dioses y demás. A mí me gusta pensar en la Bellucci de mis días de juventud, cuando todo parecía posible.
—Sí, claro. Todo parecía posible: incluso encamarse con Monica Bellucci, ¿no?
—Bah. Lo que pasa es que no entiendes nada de romanticismo.
1 comentario:
Y qué, cincuenta tacos. Más bien llevaos, que los lleva...
Ains, cosita rica, la Moni.
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