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Todo esto es importante —me dice en la cola del paro—, de Ras el Hanout, un místico sufí actual. Habla de indignarse, de indignarse incluso por los pequeños reveses cotidianos, pero en secreto. La revolución íntima y callada, dice. En mi interior, ya he acabado con el Gobierno muchas veces. Lo que pasa es que disimulo en aras de la concordia social.
6 comentarios:
Y así es una revolución. Un lugar donde, venas o calles, corra la sangre. Ahora: es un precio muy alto. El problema está en discernir cuando se puede pagar y cuando no.
Un saludo.
La concordia social es como que la excusa para una relación duradera sea la pena de dejarla tras tantos años. El precio es enmudecer la conciencia y brindar por la infelicidad consciente. Todos disimulamos, aunque a veces nos revolucionemos al estilo de Mrozek.
Ese Guru indignado que se deje la hierba, porqué vamos... La revolución está a pie de calle y con mucho ruido pero ruido de combate nada de batukadas. En fin... Un beso! jaja
La Revolución apenas nos cabe en los brazos,empezaremos por preñarle los ojos de miedo y quemar los despachos de Wall st.
saludos
Lo triste de las revoluciones es que dan una vuelta y se quedan donde estaban (de ahí su nombre).
cualquier revolución comenzará en la intimidad de nuestros retretes, sin duda.
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