Se declaró la guerra y en una oficina de reclutamiento se presentó una mujer para alistarse. El ejército no acepta mujeres, arguyó el oficial al mando. Pero es que estoy embarazada, contestó ella: llevo dentro de mí un soldado que quiere servir al país. Este gesto tan profundamente estúpido fue pronto de dominio público y enardeció a los hombres, que corrieron a alistarse para morir en el frente y dar buen ejemplo a la juventud que todavía no existía.
2 comentarios:
Madre desnaturalizada. Y descerebrada, de paso.
Conciencia borreguil alimentada de slogans.
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