—Buenas noches —dice el adivino de la tele—. Tiene usted un problema familiar, ¿verdad?
—Pues no —contesta la voz telefónica.
—Personal, entonces.
—Nos ha jodido. Si le parece, mis problemas son impersonales.
—No se sulfure, que yo estoy aquí para ayudarle.
—Bueno, mi duda es la siguiente: ¿qué hace en una cadena local un tipo que supuestamente adivina el futuro? No parece eso un sello de calidad, ¿no cree?
—Es un buen medio para ayudar a la gente.
—¿La escasa gente que ve esta cadena?
—La gente sencilla, la que necesita mis poderes. Yo podría estar ahora mismo ganando la lotería. Ahora mismo. Pero no, he renunciado al mal y pongo mi clarividencia al servicio de la humanidad. La humanidad que nos sigue desde las dos de la mañana hasta las tres y que está dispuesta a gastarse unos euros por conocer su futuro, que es siempre un misterio para la gente sin preparación.
2 comentarios:
No sé por qué estas cosas no están penadas.
Hey, no me refiero a estos textos, sino a los teleadivinadores. Ojo.
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