—Buenos días, venía a ofrecerme para ser publicado, aprovechando que ahora están de moda los escritores muy jóvenes.
—Oiga, tiene usted cincuenta años, por lo menos.
—Tengo cuarenta y nueve.
—Da igual, usted no es joven.
—Pero me acuerdo de serlo. Y todo desde la madurez actual, lo cual es muy ventajoso.
—Eso es una tontería. No es joven y no podemos venderlo como tal.
—¿Y qué tal como antiguo niño prodigio? Lo fui hace cuarenta años, ¿es que eso no cuenta?
—Contaba hace cuarenta años, sí, pero no ahora. Los tiempos cambian, la juventud se marcha. Lo importante es publicar a un escritor que es joven ahora, que es lo que vende.
—¿Y si le traigo lo que escribí cuando era joven?
—No, eso tampoco nos vale.
—¿Y con fotos mías de veinteañero? Podríamos decir que son actuales. Es más, yo podría ir a las presentaciones de mis libros y decir que soy mi padre.
—Hum, no suena mal eso. También podríamos decir que ese joven autor está muerto y que usted es el custodio de la obra del difunto chaval.
—Lo que no está muy lejos de la realidad.
4 comentarios:
Mis amantes también dicen que soy un escritor precoz.
Si soy sincero lo de "escritor" no lo pronuncian muy clarito.
¿Y "precoz"?
Si dicen "pdecoz" estamos ante un clarísimo caso de pederastia...
Tienes el record en 354 entradas piensas superarlo este año?
Imposible, no quedan días.
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