Uno en realidad nunca aprende y siempre está el viejo yo escondido, esperando su momento, dispuesto a volver del exilio y recobrar el poder. Al fin y al cabo, él se considera el legítimo gobernante, y aunque te dices que lo desposeíste de su cargo con una revolución pacífica que acabó con una dictadura, él opina que fue un golpe de estado y que además no está tan claro que las cosas hayan mejorado desde entonces.
3 comentarios:
Qué inquietante. Hay revoluciones pacificas y violentas en nuestro interior a diario. ¿Quienes somos al final de la vida?
Es lo malo de no poder aniquilarlos o exiliarlos. Tarde o temprano se escapan de donde los encerraste, ciertamente.
Aprendiendo a convivir con él.
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