Volver a ti y otros actos de veteranía kamikaze. Volver a la chica que no está en mi vida, sino en la de otros. Un amor fundado en la ausencia, en el ansia; no en el día a día, como se construyen los amores normales. Un amor fundado en el silencio, en el vacío, en el anhelo. La destrucción sostenible. «Yo me destruyo para saber que soy yo y no todos los demás», que decía Artaud. Yo ni siquiera me destruyo para eso. No. Lo hago porque es mi elección ante el resto. Me destruyo para hacerlo yo y no que me destruyan otros.
Porque me dejo la vida en momentos acabados, en amigos que se marchan, en amores que no llegan. El pasado que no tuvimos, los besos que no te di.
Sólo hay melancolía en todas partes, el amargor en la lengua, la quemazón en la piel. Y de nada vale poner todo esto por escrito. La literatura no puede salvar a nadie. La vida no está entre las cien paredes de una novela.
No hay más que una desolación eterna.
Y las noches perdidas y los fracasos tempranos.
Y la reconstrucción mental de la amada. Pasear contigo a todas horas por estas calles oscuras y solitarias de la imaginación, que es todo lo que puedo permitirme. El monólogo interior que es siempre el amor. El monólogo interior que es siempre el desamor. El monólogo interior que es siempre la vida. Una historia que nos contamos para poder seguir viviendo. Pero tú eres verdad. Nada más es verdad. «I never thought I'd need so many people», cantaba Bowie. Yo lo cambio: nunca pensé que sólo te necesitaría a ti.
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