martes, 14 de septiembre de 2010
Astronautas
El universo es infinito y está en permanente expansión. Esto viene fatal para explorarlo, pues es una tarea que nunca puede terminarse, argumento que utilizó el ayuntamiento cuando pedimos una subvención para nuestra asociación vecinal de astronautas: «El ayuntamiento no puede destinar más presupuesto para proyectos interminables; bastante tenemos con las obras públicas», dijeron. Así, nos vimos abocados a trabajar sólo con inversiones privadas, lo que en nuestro caso consistía en una hucha para donativos que pusimos en el bar de Manolo. Con tan exiguos recursos, nuestra exploración espacial tenía que ser limitada, austera, humilde. Mandábamos astronautas al otro lado de la ciudad (en autobús, que era más barato) y volvían con muestras de esa parte del universo: chicles, colillas y adoquines.
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