Fuimos tan felices, dice alguien en la habitación. Pero no es verdad, no lo fuimos. La melancolía es un ejercicio de imaginación, de fantasía. Fuimos felices quizá un momento, tal vez un día (o unos cuantos). Pero no es verdad que el pasado fuera mejor. Tan sólo teníamos más futuro por delante, todas esas oportunidades que finalmente quedarían en nada. Lo que echamos de menos, por tanto, son las oportunidades perdidas. Digamos por ejemplo que entonces teníamos cien opciones y ahora tenemos treinta. Fuimos tan felices, dice alguien en la habitación, pero sólo fuimos manirrotos con la vida.
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