—La luna es la muela de un gigante.
—Si tú lo dices.
—Que sí, me lo contó mi tío, que tiene muchos amigos dentistas. Dentistas suecos, además.
—Seguro que eso puntúa doble.
—El gigante se arrancó la muela porque le dolía y la arrojó muy lejos. Tanto, que entró en órbita. Y ahí sigue, iluminando por la noche a los enamorados.
—Romanticismo dental.
—Sí.
—¿Y el sol?
—El sol es un grano de arroz que tenía el gigante entre los dientes. También lo arrojó lejos. Y ahí sigue, iluminando por el día a los turistas.
—Turismo arrocero.
—Sí. Por eso en inglés sería más correcto llamar al amanecer sunrice.
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